Columna de Opinión: La solidaridad, un valor humano individual que caracteriza a nuestra sociedad.

Por Felipe Henríquez Raglianti
Médico Veterinario, Ex Seremi de Agricultura

 

Uno de los grandes motivos de orgullo que cultivamos como pueblo en Chile es la solidaridad que nos caracteriza. Cada vez que algún lugar de nuestra nación es golpeado por las catástrofes naturales que con cierta frecuencia ocurren, cuando la gran obra de la Teletón realiza su campaña nacional, o a nivel regional cuando la obra que lleva adelante el Centro Rehabilita del Club de Leones requieren apoyo, tomamos mayor conciencia que somos parte de una sociedad, que no estamos solos y que el valor humano de ayudar y ser solidario permite que otras personas que lo necesitan puedan vivir mejor.

 

Es verdad que en este país vivimos una crisis que se demuestra con aumento de violencia, crimen y delincuencia, lo comprendo como una expresión de una crisis moral donde los individuos producto de brechas culturales y educativas, como alimentados por sus propias frustraciones, buscan a través de actos antisociales resolver sus carencias. Pero aún así, pese a todo ello la solidaridad sigue siendo el valor que nos permitirá enmendar el rumbo a una sociedad plena y libre.

 

La solidaridad es un valor humano, como tal se manifiesta de forma espontanea y libre y es precisamente en las sociedades mas libres donde mas espacio existe a su manifestación a través de la cooperación.

 

Hoy en nuestro país enfrentamos un proceso sociopolítico donde una agenda progresista con una serie de reformas en temas tributarios y en los sistemas de pensiones pretenden resolver problemas sociales y económicos a través de redistribución. Ambas reformas, como muchas de las iniciativas que los progresistas impulsan, justificadas y basadas en la solidaridad, la cual pretenden imponer a la sociedad, de esta forma se evidencia el deseo de organizar nuestras vidas.

 

Lo cierto es que la solidaridad no puede ser impuesta, no puede ser determinada por terceros, ni tampoco puede ser normada, si así fuera deja de ser un valor que se expresa de forma voluntaria y pasa a ser una obligación. Resulta mas correcto entonces hablar de impuestos o tributos. En la practica, además de existir un gran error semántico en el relato progresista, este está horadando uno de los mas grandes motivos de orgullo moral del ser chileno, el valor individual de la solidaridad, que cultivamos de manera libre y espontanea y que cada vez que es necesario se manifiesta de las mas diversas formas.

 

Obviamente no necesitamos que sean los políticos los que nos enseñen de solidaridad, si conductas morales se trata quizá sería mejor que con hechos y actos pudieran honrar otros valores, como el respeto, la responsabilidad, la honradez y la coherencia, entre otros.

 

Finalmente, pienso que es justo y es parte del proceso democrático que el Gobierno, en un marco regulado por el estado de derecho, pretenda adaptar, modernizar y mejorar, según sus bases programáticas, las normas que nos regulan, pero ello debe hacerse respetando nuestra tradición, el significado de las palabras y transparentando el objetivo de las medidas, sin caer en el cliché, llevando un relato sincero, como se dice al pan pan y al vino vino.